Los años 70 son fundamentales en la historia del Club, ya que el futbol se convirtió en el deporte favorito de Monterrey y alcanzó gran trascendencia social.

Luego de presentar buenas entradas y hasta llenos ocasionales durante la década de los 60, a finales de esta y principios de los 70 las entradas volvieron a bajar y la franquicia estuvo en riesgo de ser vendida a otra ciudad. 

Esta situación cambió en 1971, cuando Alberto Santos de Hoyos tomó la presidencia del Club y, junto a Miguel Gómez Collado, inició una era de buenos resultados deportivos y económicos.

 

 

En las temporadas 1970-1971 y 1971-1972, el Monterrey regresó a los primeros planos. 

La defensa estaba compuesta por el portero Javier Quintero Morones y los zagueros Magdaleno Cano, Guarací Barbosa, Daniel Ernesto Musante y Vicente Álvarez.

En la ofensiva, los Rayados contaban con el habilidoso Paco Avilán y la mancuerna goleadora integrada por Ubirajara Chagas “Bira” y un joven meses antes desconocido: Alfredo “El Alacrán” Jiménez. 

Con la aportación goleadora de ambos y la solidez defensiva, el Monterrey se convirtió en un rival muy difícil de vencer y se metió de lleno a la pelea por el título. 

Jiménez anotó 18 goles en la Temporada 1970-1971 y Rayados terminó en tercer lugar. En la siguiente campaña, el Monterrey se clasificó a la Semifinal en la primera Liguilla en la historia del futbol mexicano que contó con 4 participantes.

Lamentablemente, el equipo no avanzó a la Final, al ser eliminado por el América en una inolvidable Semifinal que tuvo que irse a un tercer partido de desempate.

 

 

Luego de realizar estudios de mercado que demostraban que por su ubicación el Estadio Universitario facilitaría el acceso a más público, la directiva tomó la decisión de mudar al equipo de sede a mitad de la Temporada 1972-1973.

El 3 de febrero de 1973 el Monterrey se mudó al Universitario, que fue su sede hasta junio de 1980.

Otra decisión clave fue cambiar la hora de los partidos que se jugaban los sábados, al pasarlos de las 8 de la noche a las 5 de la tarde.

Los llenos para ver a Rayados se volvieron una constante y la afición por el equipo y por el futbol creció a un ritmo inimaginable.

Para el verano de 1973, las asistencias rondaban alrededor de 50 mil aficionados, ya que, al no haber butacas, el aforo era mayor.

 

 

 

Otro factor que contribuyó a popularizar el futbol en la ciudad fue el poderoso equipo que armó la directiva entre 1973 y 1976, y que en dos ocasiones se quedó muy cerca del campeonato.

Llegaron extranjeros de gran calidad, como el brasileño Milton Carlos y los uruguayos Nilo Acuña, Francisco Bertocchi y Rubén Romeo Corbo; así como mexicanos de nivel de selección, como Luis Montoya, Francisco Solís, Gustavo “Halcón” Peña. Además, regresaron dos jugadores reconocidos: Pedro Damián Álvarez y Juan “Juanito” González.

En 1973-1974, el Monterrey terminó como sublíder general y ganó 22 de 34 partidos, empató 4 y perdió 8. La nueva dupla goleadora formada por Milton Carlos y Bertocchi logró 40 goles.

Esa fue una de las mejores temporadas en la historia del Club y atrajo a miles de nuevos aficionados al estadio.

 

 

En la Temporada 1974-1975, el Monterrey fue el equipo más goleador, con 72 anotaciones en 38 partidos.

Ignacio Jáuregui dejó la dirección técnica del equipo previo a la Temporada 1975-1976,  y su lugar lo tomó el legendario técnico chileno Fernando Riera, entrenador que había logrado el tercer lugar en la Copa del Mundo Chile 1962.

 

 

A partir de 1976, el equipo sufrió cambios tanto en la directiva como en el plantel. Aunque el legendario Monterrey de los 70 no consiguió el título, logró algo más importante: conquistar a la Afición.

La larga batalla por hacer del futbol un deporte popular en un entorno beisbolero finalmente fue posible gracias a la visión y el liderazgo de Alberto Santos, y a un plantel que enamoraba con su buen futbol.