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EL RENACIMIENTO DEL EQUIPO Y LA LUCHA POR ASCENDER (1952-1960)

Tras seis años de ausencia, el Club renació en 1952 bajo el liderazgo de nuevos promotores del futbol, encabezados por el entonces presidente de la Asociación de Futbol de Nuevo León: el Dr. Carlos Canseco.

Para entonces, la ciudad de Monterrey contaba ya con un inmueble apropiado para este deporte: el Estadio Tecnológico. Además, la Liga Mayor se había convertido en Primera División y en 1950 se había creado la Segunda División, a la que los nuevos dirigentes del Monterrey tuvieron que solicitar su admisión para poder regresar al futbol profesional.

La mayoría de los clubes de la Segunda División se oponían al ingreso del Monterrey, debido a las largas distancias. La Federación Mexicana de Futbol decidió que los clubes de Primera División también participaran en la decisión. El apoyo de los clubes del máximo circuito fue clave y, finalmente, el 14 de julio de 1952 se hizo oficial el ingreso del Monterrey a la Segunda División bajo la razón social Asociación Deportiva Monterrey.

 

 

En las semanas previas al inicio de la Temporada 1952-1953, la directiva decidió que el uniforme estaría compuesto por un short azul y un jersey a rayas verticales azules y blancas. Años después, el Dr. Canseco contaría que el diseño replicaba al de su equipo de preparatoria, el cual, a su vez, emulaba al del famoso Club Asturias.

El Dr. Canseco presidía aquella directiva en la que también estuvieron Ramón Oviedo, César Saldaña, Ramón Pedroza Langarica, Manuel Bañuelos, José Fidalgo (quien había estado en la directiva del equipo de 1945), Manuel M. Ortiz y Leopoldo Urdiales, entre otros.

Rafael Navarro Corona “Navarrito”, entonces entrenador de los equipos de futbol del ITESM, se hizo cargo del nuevo equipo en la pretemporada hasta la llegada del técnico español José Muguerza, quien dirigió al Monterrey en la Temporada 1952-1953.

 

  

Más allá de los resultados deportivos, el objetivo de la directiva era consolidar un equipo de futbol profesional en la ciudad.

En esa temporada nació el apodo “Rayados”. Las evidencias apuntan a que, de manera espontánea y como forma de reconocer al equipo, los aficionados que asistían al Tecnológico se referían al equipo de casa con ese mote.

En septiembre de 1952, el periodista César Saldaña ya los llamaba “Rayados” en sus notas en el periódico El Porvenir. Desde entonces, el apodo se volvería parte de la identidad de nuestro Club. 

El Monterrey tuvo que sortear penurias económicas. Aunque el futbol comenzaba a ganar adeptos en la ciudad, seguía siendo un deporte que generaba poco interés entre los regiomontanos.

La taquilla era la principal fuente de ingreso del Club y las entradas al Tecnológico eran bajas, por lo que la directiva tenía que realizar rifas y otras actividades para obtener más recursos económicos.

 

 

En la temporada 1954-1955, el español Manuel Pando se hizo cargo de la dirección técnica de los Rayados y en ocasiones también participaba como jugador. 

El Monterrey tuvo una mejor participación al ganar 10 de 26 partidos. Esta mejoría deportiva animó a los directivos a soñar con el ascenso y a invertir más en el equipo. 

La participación de nuevos accionistas, como José Calderón Ayala, permitió traer refuerzos con experiencia en el máximo circuito.

Así llegaron elementos como el portero José Cruz “Potrillo” Martínez, Miguel Burela, Salvador Saucedo y los argentinos José Antonio Juárez y Vicente Gualberto Laperuta. 

Pando armó un equipo poderoso y equilibrado en todas sus líneas. El ascenso y el primer título profesional del equipo se confirmaron el 15 de enero de 1956.

Ese día, perdió el Celaya, que era el más cercano perseguidor del Monterrey. Aunque los Rayados aún no jugaban el partido de esa jornada, ya eran campeones. Ese fue el primer título profesional de futbol para la ciudad de Monterrey, ¡y los Rayados estaban de regreso al máximo circuito!

 

 

La Temporada 1956-1957 marcó el regreso del equipo al máximo circuito de nuestro futbol. Se mantuvo la base del plantel que logró el ascenso y se sumaron jugadores nacionales y extranjeros de experiencia, como el peruano Augusto Arrasco, los argentinos Jorge José Gilardoni y Antonio Mario Imbelloni, y la gran apuesta de la directiva: el legendario Horacio Casarín, goleador mexicano que todavía se mantiene entre los 5 máximos anotadores del futbol nacional.

Los refuerzos más destacados fueron el portero Humberto Gama y el defensor argentino Héctor “Cacho” Uzal, quienes se convirtieron en emblemas del equipo durante los años 50. 

El Monterrey regresó a la Primera División el 8 de julio de 1956. El primer triunfo llegó dos meses y medio después: el 23 de septiembre de 1956, cuando los Rayados se impusieron 2-0 al Oro con anotaciones de Raúl de Alba y Antonio Imbelloni, quien había relevado en la dirección técnica a Manuel Pando. 

Lamentablemente, el equipo no obtuvo resultados favorables y al final de la temporada sufrió el primer y único descenso de su historia.

 

 

La segunda etapa del Monterrey en la Segunda División (1957-1960) fue muy diferente a la primera (1952-1956). La directiva realizó una fuerte inversión y armó un trabuco. 

El equipo fue protagonista y serio contendiente al título en las Temporadas 1957-1958 y 1958-1959, quedándose en ambas con el subcampeonato.

La asistencia al estadio mejoró, pero la deuda superaba los ingresos del Club. En 1959, Canseco encontró el apoyo de un grupo de entusiastas empresarios que amaban el futbol, liderado por José Rivero Azcárraga, Lorenzo Garza Sepúlveda, Javier Madero, Domingo Benavides y José Calderón, entre otros.

Juntos integrarían el Comité Pro-Futbol, una sociedad cuya misión sería sanear las finanzas y regresar al equipo a la Primera División.

 

 

Una sola temporada le bastó a la nueva directiva para cumplir con la promesa de volver a la Primer División.

Héctor “Cacho” Uzal dirigió la primera mitad de la Temporada 1959-1960, pero la directiva consideró que Uzal debería enfocarse solo en jugar, y contrató al técnico Diego Mercado. 

En la penúltima jornada, el 13 de marzo de 1960, los Rayados se impusieron 2-0 a los Tigres en el primer Clásico Regio entre ambas escuadras. El resultado los colocó en una posición privilegiada, en donde solo dependían de sí mismos para ascender.

El 20 de marzo, con anotaciones de Julián Briseño y de los argentinos José Antonio “Moro” Juárez y Eugenio Almirón, Rayados venció 3-0 al Orizaba y logró el ascenso a la Primera División.

La alineación que consiguió el título fue: Humberto Gama; Pablo Thompson, Héctor Uzal y Jesús “La Chuta” Medina; Eugenio Almirón y Ángel Lama; Agustín “Chiras” Prieto, Julián Briseño, Gustavo “Gato” Cuenca, José Antonio Juárez y Nicolás “Pipo” Téllez.

La Afición Rayada, que ya era mucho más numerosa, celebró en grande el título y saltó al campo para cargar en hombros a sus ídolos.

Aquel segundo campeonato de Rayados en Segunda División sería aderezado con el título de Campeón de Campeones obtenido el 12 de junio de 1960, al vencer 1-0 al Oviedo de Texcoco en el Estadio Tecnológico, con anotación de Agustín “Chiras” Prieto. 

¡Los Rayados estaban de regreso en el máximo circuito y esta vez el ascenso sería definitivo!

 

 

 

 

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